Julio, gracias por todo:
Gracias por tu legado,
por tu leyenda.
Gracias por tus palabras,
por tu Rayuela.
Tus cronopios siguen girando en nuestro mundo de vivos,
mientras tus instrucciones para las cosas simples de la vida
me siguen fascinando después de tu muerte.
Tus cuentos sin moraleja y la casa que tomaste
captaron mi atención que siempre anda distraída.
Gracias por tus relatos, tus historias y tu audiolibro.
Gracias.