domingo, 15 de febrero de 2009
Con guayabera - -
Tarde, nublado, restaurante, comida corrida
sin más, llega un hombre 63 años
sombrero chico, como de señor elegante
con guayabera
se sienta a comer lo que una vez comió con alegría;
sus dedos duros, como si fueran de plastilina
aquella plastilina que perdió su encantó tres días después
de haberla comprado,
con el miedo de que su habilidad para saborear la comida
se halla ido se sienta a la mesa
con la suavidad y articulamiento de un brazo mecánico;
se rompe el pan, se remoja en lo que fuera bueno para que no esté
tan duro
la soda de manzana que siempre ha tomado, se acaba
el café negro es mas negro de lo que solía ser
necesitaría sentir mas sabor para saber que sigue ahí
quiere acabar rápido porque siente que ya ha estado mucho sentado en ese lugar
y no quiere que lo identifiquen como senil,
se levanta y se da cuenta de que no hay nadie,
es su casa, su comedor, una camisa sucia y neja,
despeinado, y sin mas elegancia que su bastón ruñido por los ratones . ---
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