jueves, 12 de junio de 2008

La Música de la Creación

Zeltzin observó detenidamente el hueco entre las 2 columnas.

Al enfocar sus ojos materiales al espacio vacío, era capaz de enfocar también sus ojos internos.

Dentro de su mente, fue capaz de ver con claridad las moléculas de oxígeno y contaminación, danzando libremente con una que otra partícula de polvo.

Unas gotitas de sudor aparecieron en su frente mientras veía ese baile cósmico, consecuencia de su intento por descifrar la tonada que lo guiaba.

La canción de la creación. La canción de la naturaleza.

La canción cuyo compás dirigía la coreografía del aire, y los movimientos de todo el universo.

Ella podía ver la música, lo sonidos eran tangibles podía sentirla, probarla, olerla…

Entonces, se adentró más profundamente en su mente, y como una niña impaciente que cambia de canal en la televisión, cambió la canción por una tonada propia, haciéndola resonar por todos lados.

Una melodía distinta —la canción de la creación de otro lugar.

Una mancha negra se formó súbitamente en el espacio entre los 2 pilares. Poco a poco, la mancha se convirtió en un gran espacio de oscuridad, tan grande como una puerta. Pero en medio de esa negrura, si se miraba detenidamente, entre la oscuridad podían distinguirse a la distancia su hogar.

Con un discreto suspiro, Zeltzin se limpió el sudor de la frente, se sonrió, y dió un paso dentro de la fisura negra en el aire...

Hay a quienes les gustan los ritmos suaves de la música clásica.

A Zeltzin, siempre le había gustado ir a conciertos, quien iba a decir que encontraría la puerta a su hogar mientras escuchaba música ligera.


“Ella durmió al calor de las masas, y yo desperté queriendo soñarla”

1 comentario:

Ángel L. M. dijo...

me encantan los cuentos de lalo