martes, 1 de abril de 2008

lata laton

Pobrecita de mí

He de admitir que fui amante de una cucaracha, no puedo recordar lo raro que fue, pero yo siempre le decía lo repulsiva que se me figuraba, nunca le molesto. Pero a mí sí, así que huí, con una pistola en la mano, esa pistola brillantita, que siempre trataba de alcanzar mi cabeza, pero como dispongo de dos manos, cuando una decidía subir la otra la empujaba hacia abajo , así que la pistolita nunca llegaba. Bueno, cuando deje esa abominación lo hice súbitamente, mientras hablábamos sobre el agujero en el que viviríamos, me levante di media vuelta y corrí, y no, no me siguió, ni siquiera con la mirada. Yo tenia medias en las piernas, medias con hoyos, entonces una mujercita que me vio al pasar, las vio, y se acerco y me dijo que que bonitas piernas tenía, le conteste que era linda, me invito a su habitación, y no nos besamos, nos abrazamos y nos quisimos por dos días enteritos, ella me cocinaba, con amorcito, un amorcito inexplicable pero puro, como nosotros. Sí, la tuve que abandonar después del segundo día, porque a la muchachita le comenzaban a salir antenitas, esa hermosa piel blanca y suave se comenzaba a convertir en cáscara rugosa, la última mirada que le eche encima agarro un delicado bicho por encuentro, así que tuve que correr de nuevo. Mi pistolita estaba en la bolsa de mi abrigo, mi abrigo café desgastado, que cubría mi vestido azulito. Ahora lo que paso es que me caí , me caí, y una mano me ofreció ayuda, la mano pertenecía a una cara bonita, muy bonita, y yo , yo , ay como quise a esa carita, me llevo a vivir a una casita de madera con puertas grandes , grandes, y yo le ame, solo que carecía de labios, me anotaba muchas palabras en hojitas para decirme cositas, después de una semana le comenzaron a brotar unos labios gruesos y sumamente verdes y extraños, me atemoricé tanto que tuve que salir corriendo , con mi abrigo puesto. Y luego llego a una casa roja, roja, rojísima, y entro ahí, tinas transparentes enormes llenas de alcohol, y mucha gente en banquitos tomando, prendo un cigarrito, me siento en un banquito solita, y llega una nena linda que se sienta en mis piernas, le echo el humo en la cara, sonríe y me toma de la mano y me lleva , me lleva, me lleva la chingada cuando lo ultimo que veo en vida es a esa linda nena sosteniendo mí pistola contra mí cabeza.

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